Las noches de concierto hacen que esos días transcurran de una manera especial. Los días en los que tu equipo de fútbol consigue un título los recuerdas para siempre. ¿Sabes por qué? Pues porque hay algunos años en los que tu equipo no gana ni al parchís y además a ti se te pasan los meses arrepintiéndote por no haber sacado aquella entrada para aquel concierto.
El sábado no. El sábado 19 de diciembre fue distinto. Yo hice doblete y mi equipo sexteto. Y con el gol de Pedrito me abracé a un ilustre desconocido en un bar. Y con el de Messi, media hora después, éramos ya amigos de toda la vida y para siempre.
Con la emoción del Mundialito de Clubes casi se me olvida que debía caminar durante 10 minutos hacia la sala La Riviera, al concierto de Quique González, con un frío difícil de explicar y una cola para entrar ‘de aquéllas’.
Encima el grupo de acabadas no daba señales de vida, y un concierto de Quique sin ellas no es lo mismo. Afortunadamente a la hora de la verdad todos nuestros relojes marcaban una hora menos, y entonces llegaron ellas recién depiladas y en perfecto estado de revista.
Y Quique empezó a caldear la sala con temazos que parecían caricias casi de verdad; abrió con el primer tema del álbum, ‘Daiquiri blues’. Le siguieron ‘Cuando estés en vena’, ‘Avería y redención’…….hasta cerrar el chou con un repertorio generoso de bises y con ‘La luna debajo del brazo’, dos horas después.
Las cuatro acabadas disfrutamos de lo lindo, y con la sangre cargada de buena música nos retiramos a nuestros aposentos. Nos despedimos sin decirnos adiós, hasta la próxima cita, que espero llegue pronto. Porque las malas compañías son las mejores.
Marchando el cava más barato de la casa: Que tengan ustedes unas felices fiestas, y que las pasen bien, muy bien, o en familia.
♫ No me lo creo, nena, no me lo creo, nena ♫