Menos
lo que sobraba, todo lo encontré en la fiesta de la venencia del cierre del año
2013. Y todo transcurrió siguiendo el guión previsto; fue como toser y cantar, como
una orquesta que tocaba al son que marcaba Pantxo DJ, a veces con canciones que
nos abrían el corazón, y otras con canciones que nos cerraban la cabeza.
Y
allí encontré una especie de símbolo y de cuate. Y me bebí los litros de
alcohol que todavía corren por mis venas. Y me subí al piso más alto de las
torres de Kuala Lumpur, o como cohones se diga. Y escuché al fondo del local el
sueño profundo de la malagueña a través de los tiempos. Y disfruté de la mezcla
de una pareja de piernas con sus guardiles.
Y releí el Pip de las pequeñas esperanzas.
Y sonó con fuerza el Mescalina mi
amor. Y se bailó la Jota más autóctona de Cantabria. Y se removieron los
Maracos de Machín. Y me cansé viendo el triatlón
de los Corrales de Bezana. Y me topé con los cameos de Lation & Balaguer.
Y con los 8 putos días de oro del Corte Inglés. Y con el Luis Buñuel del Río de la Pila. Y con la reina de la noche de la Venencia del 2012. Y con el Miki Molina del Levante de la calle Palencia. Y con las Murcias de todas las Españas. Y hasta con la fugaz Mela que late.
Y con los 8 putos días de oro del Corte Inglés. Y con el Luis Buñuel del Río de la Pila. Y con la reina de la noche de la Venencia del 2012. Y con el Miki Molina del Levante de la calle Palencia. Y con las Murcias de todas las Españas. Y hasta con la fugaz Mela que late.
Hasta
otra. Y tú que lo veas, tía.