Cayó en mis manos el otro día el libro que recopila las letras de algunas de las canciones escritas por Antonio Vega; Así se titula, ¿y si pongo una palabra?
Bueno, no cayó en mis manos, qué coño, lo fui a comprar, y el amable indocumentado de la tienda de discos….sí, he dicho tienda de discos, que alguna queda todavía, tardó más de diez minutos en encontrarlo en la estantería que le indicaba el pecé del mostrador. No cito el nombre del indocumentado porque querrá seguir en el economato.
Al final sacó un pequeño libro con las tapas blancas y no más de 80 páginas. No sé qué es lo que me esperaba encontrar al leerlo; bueno, sí lo sé; me esperaba encontrar algún tesoro que se le hubiera caído de las manos a Antonio en los últimos tiempos, y que gracias a la maquinaria del mercado lo hubieran rescatado para seguir alimentando a las masas.
Cuál podría ser mejor
cuál de mis tesoros el peor
balanza tan igual
siempre condenada a bascular.
Desgraciadamente el libro sólo es una recopilación de las letras de las canciones, y nada más. Y nada menos, pero nada más.
Los editores juegan sabiamente con las formas y presentan las canciones de Antonio quitándoles el sonido, pero no la música, que la siguen teniendo. Juegan con las letras en forma de poesías, dibujando bonitas figuras geométricas, de manera que visualmente es muy agradable. Pero nada más.
Dice Benjamín Prado, prologuista poeta del libro, que a Antonio se le perdió algo y tuvo que hacerse compositor para ir a buscarlo dentro de sus canciones. Sus canciones existen porque tienen algo que decir, lo cual puede ser obvio, pero nada habitual.
Quiero decirte
Quiero decirte que mi adiós
Bueno, no cayó en mis manos, qué coño, lo fui a comprar, y el amable indocumentado de la tienda de discos….sí, he dicho tienda de discos, que alguna queda todavía, tardó más de diez minutos en encontrarlo en la estantería que le indicaba el pecé del mostrador. No cito el nombre del indocumentado porque querrá seguir en el economato.
Al final sacó un pequeño libro con las tapas blancas y no más de 80 páginas. No sé qué es lo que me esperaba encontrar al leerlo; bueno, sí lo sé; me esperaba encontrar algún tesoro que se le hubiera caído de las manos a Antonio en los últimos tiempos, y que gracias a la maquinaria del mercado lo hubieran rescatado para seguir alimentando a las masas.
Cuál podría ser mejor
cuál de mis tesoros el peor
balanza tan igual
siempre condenada a bascular.
Desgraciadamente el libro sólo es una recopilación de las letras de las canciones, y nada más. Y nada menos, pero nada más.
Los editores juegan sabiamente con las formas y presentan las canciones de Antonio quitándoles el sonido, pero no la música, que la siguen teniendo. Juegan con las letras en forma de poesías, dibujando bonitas figuras geométricas, de manera que visualmente es muy agradable. Pero nada más.
Dice Benjamín Prado, prologuista poeta del libro, que a Antonio se le perdió algo y tuvo que hacerse compositor para ir a buscarlo dentro de sus canciones. Sus canciones existen porque tienen algo que decir, lo cual puede ser obvio, pero nada habitual.
Quiero decirte
Quiero decirte que mi adiós
Quiero decirte que mi adiós no fue huir del follón
1 comentario:
...HAY UNA FORMA DE PARAR EL TIEMPO DESORDENANDO LA EVOLUCIÓN Y EN LA PREHISTORIA ENCONTRAR ESOS OJOS QUE NO PUEDO OLVIDAR...
HAY MOMENTOS EN LOS QUE OJALA SE HUBIERA DETENIDO EL TIEMPO.
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