Hace algo más de un año, el 6 de enero de 2009, le vi. Fue en el Calderón, cerca del Paseo de los Melancólicos. Partido de Copa del Rey, Atleti-Barça.
La exhibición de Messi fue de las que no se te olvidan jamás. El tipo salió ovacionado del campo, todos en pie. Él, como si nada.
Yo entonces exageré, porque es la obligación del aficionado. Yo dije que Leo empezaba a oler a quinta corona del fútbol. Dije que empezaba a recorrer el duro camino de las comparaciones intergeneracionales. Sobre todo con el más grande de todos los tiempos, con Maradona.
Y un año después, le queda menos. Leo ha recorrido parte del camino, paso a paso, a base de momentos que ya nunca nos puede quitar ninguna comparación. El 2-6 del Bernabéu, la final de champions, la final del mundialito, el partido de ayer ante el Zaragoza…..
Y por eso hoy vuelvo a exagerar. Porque Leo alumbra al sol con un candil. Porque está regando de cariño su paso por el fútbol. Porque él también exagera un día sí y otro también. Porque empieza a convertir en normal lo imposible, y lo hace cada domingo y cada miércoles. Y porque ya no suena tan irreverente su comparación con D10s.
Y encima es humilde. Y nunca se queja de nada. Es un tipo difícil de envidiar, porque es demasiado sencillo admirarle. No tiene enemigos, ni siquiera donde se incuban los más acérrimos, en su propio equipo. Al fin al cabo, el resto de compañeros de profesión son sólo rivales, y ya están rendidos de antemano.
Leo, Leo, Leo, ta, ta, ta, ta, ta, ta, ta,………
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