No voy a hacer trampas. Tampoco me gusta a mí convencerme de que lo negro no es blanco. Yo tan sólo quería mejorar la perfección y, al no conseguirlo, me convertiría en un estafador más que miente sobre lo perfecto.
Es verdad que la víspera deseé con fuerza que nos echaran de algún bar, y me salió rana el envite. Lo malo del blog es que no puedes tachar lo que escribes, tan solo podría eliminarlo, y ya no tengo años para eliminar nada.
¿Y qué pasó? Pues debió pasar tanta gente que llegué a ver sombras en color, y al final nos quedó la sorpresa de que casi no pudimos entrar a ningún bar, y cuando lo conseguimos -porque no había cola-, nos encontramos con una turba de prehistóricos difícil de describir, una especie de parque jurásico del presente.
Esto fue después. Después del concierto. La previa de la previa se vivió, por azar, en el Gambrinus, y la solventamos entre risas cuatro de los siete elegidos, con el encanto de las dos Ripoll en perfecto estado de revista.
Y allí mismo apareció otra vez la seducción de la ‘señora de rojo sobre fondo gris’, la que cautiva sin pretenderlo, la que te envuelve aunque no quieras, y con sus historias nos hizo soñar con las leyendas de El Alcázar, y hasta amanecimos un día de primavera frente a las gárgolas de la Catedral de Toledo.
Dos ese eme eses después nos dirigimos hacia La Goyesca, la previa oficial, la sucursal de El Franvi en la tierra, la de la cristalería desigual, la de los bocatas sin pan de diseño y los peces de hielo on the rocks.
Y allí aparecieron los férreos cantabrones, los míticos Borin y Toy recién llegados de la teletienda de Ryanair, y el gran Chavalón llegado de allende Vallecas, todos armados hasta los dientes en legítima defensa, con las canciones del Vega dispuestas como en un orden cerrado militar, capaces de resistir los golpes de la nostalgia.
El ambiente de los aledaños daba sensación de gran día. La mezcla de personal era de los pisos altos de la Torre de Babel. No llegaba a ser étnica, era más bien autonómica, pero las había con mechas de más de cuarenta y/o con tacones de pasarela. Los había con alopecias galopantes y también con gafas de autor. Casi todos tristes, pero intentando alegrarse.
Cada uno contaba su batallita de hace treinta años. O de hace dos. Aquella foto con Antonio en aquella noche de concierto. La primera vez que le vio en vivo. La primera vez que lo vio morirse en vida. Lo que estaba haciendo cuando le dijeron que murió. Lo que se les murió cuando le dijeron que se fue para siempre.
Entre los seguidores en activo del Vega los hay célibes y los hay animosos del placer terrenal. Los hay recién llegados y los hay permanentemente idos, pero todos disfrutamos con la misma intensidad al oír los primeros acordes de su himno generacional, uno de esos temas capaces de unir por si solos lo que un día separó el hombre.
Desde la barra de La Goyesca se lanzaron promesas de color en piel, proposiciones de diseños con los que consolarse de felicidad. Costaba decidirse entre tatuajes ó wiscolas; entre cola light ó birras. Pero ganó la magia sin precisión y tras una ronda de libertad y la foto de rigor, nos fuimos hacia el Palacio para vivir la noche del ‘Viva Antonio’. Empezaba el turno de las canciones.
El concierto homenaje me dejó algo frío. Quizá esperaba más. Yo no llegué a notar el calor emocional del que habla la prensa de verdad. Tampoco el Palacio de Deportes es el escenario ideal.
Tan solo me hicieron acelerar el corazón Granados con ‘Persiguiendo sombras’, Germán Coppini con ‘Enganchado a una señal de bus’ y Carlos Vega con ‘Lucha de gigantes’. Bueno, y Los Nacha con ‘Atrás’.
Algunos artistas nos regalaron verdaderos destrozos en forma de amago de versión. Incluso hubo de los que ni se sabían las letras, como Coque Malla. Claro, que salir mamao es lo que tiene. Quique eligió mal el tema, y su toque personal también falló.
Para mi gusto se vivió la noche con más prudencia que pasión y ni siquiera desde el escenario se promovió el tumulto del pueblo, aunque es cierto que tampoco desde el gallinero se invocó la memoria de dioses indestructibles. Ni siquiera el espíritu del más grande, el de Antonio Vega, me pareció que estuviera allí. ¿O sí?
Ojala que tu pena siga cantándose a oídos del cielo. Hasta otra, maestro.
P.D.: El post concierto nos deparó uno segundos de animada conversación camino del Penta con el gran cronista rosa y salmón, Josemi, o como cojones se llame, que atendió amablemente a nuestros improperios.
El resto de imágenes se comentan por sí solas.
9 comentarios:
Coincido totalmente en el diagnóstico. De todos modos me siento en la obligación de añadir a la lista de aciertos a Rosarillo, con El sitio de mi Recreo (Sí, lo admito públicamente; qué pasa??) y a Manolo García que se marcó un Esperando Nada muy digno (Manooooolo!). Por lo demás, a pesar de los esfuerzos de Coque Malla, Tam Tam Go o La Unión y los dueños y concurrentes de los garitos madrileños por arruinarme la noche, me lo pasé francamente. Espero que los cantabrones no se fueran muy decepcionados y que vuelvan por aquí (y que yo lo vea) aunque solo sea para quitarse la espinita de El Penta. Sigo con el acto reflejo de bajar la cabeza cuando veo a la poli. Lo malo es que voy al volante. Ya paro.
Que sí Ripoll, que aceptamos a Rosarillo, hay que reconocer que fue de las que levanto el asunto cuando la tocó el turno. Me uno a la opinión, al concierto le faltó algo, no fue lo mágico que se esperaba. Yo me quedo con el hermano del Vega, realmente asombroso, parecía que llevase en los escenarios toda la vida, algunos otros debieran aprender. También es cierto que si el no lo hace, quién iba a poner la carne en el asador. En cuanto al resto de la noche, nos la intentaron amargar pero, en líneas generales, nos echamos unas risas "Why not?" Muy majas y muy enrolladas las Ripoll sisters. Un fuerte abrazo.
Ojo estos dos chavales. De lo mejor del concierto. Yo no les conocía y me quedé pegado:
http://www.antoniovega.org/foro/viewtopic.php?f=49&t=10009
Goder, Borin, fíjate que cuando actuaron este dúo de ilustres desconocidos fue justo cuando se me ocurrió decirme a mi mismo, 'voy a echar un meo y de paso me la veo', y claro, no les vi.
La versión es muy buena. Fdo.: Nacho cafés.
Habrá que seguirles la pista.
Le he estado dando vueltas al tema durante al menos 6 ó 7 segundos y creo que la clave del asunto es que las canciones del Vega están hechas para ser cantadas por el y,cuando un conjunto de amigos con buena voluntad se juntan con la intención de rendirle homenaje de la mejor forma que se puede hacer que, por supuesto, es interpretándolas, bueno, vamos a dejarlo en cantándolas, enseguida se percibe que, salvo honrosas excepciones, no llegan, con mucho, al nivel del genio y, en mi opinión, eso fue lo que pasó. O no, pero bueno, es una opinión opinable.
A mí el reparto de la noche no me convencía al cien por cien y como no había dónde colocar a las peques opté por no intentar acudir al evento.
Veo que faltó algo, pero es normal y en buena parte se debe a lo que decís. El Vega es único e irrepetible. A nosotros nos gustan sus temas interpretados por él, ya sea con más voz, con menos o en formato susurro... Él es el que tiene la magia. Esa magia que hace que hoy viniera en el metro escuchándole canción tras canción atrapado por completo, hipnotizado, tratando de rascar detrás de cada palabra. Inolvidable.
El reparto desde luego no emocionaba, pero os envidio por intentarlo. Es muy complicado hacerse con las canciones del Vega, algo que él si conseguía con las de los demás.
Este fin de semana chapa el Circus, lo traspasan, y en la última noche, a última hora, volverá a sonar el Vega.
P.D.: No soporto a Rosarillo
Joder, qué mala noticia, Txoff.
No veo mejor cierre para el Circus que el himno generacional.
Si no fuera porque me da pereza plantarme allí a las 21:00 horas, meterme 6 rondas con los colegas, echarme unas risas del carajo, maldecir a los anabaptistas y llorar con los acordes de Chica de ayer, no faltaría a la cita.
Suerte Txoff; ya nos dirás donde encaminas tus pasos y tu disco duro musical.
Un brazo y un salido.
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