La inocentada del 28 empieza así:
Ayer bajé tan deprisa las escaleras de mi casa que, cuando quise reparar, había perdido ya de vista a mi sombra. Y no pensé necesitarla más, a pesar de que su sexapil siempre me ayudó en momentos de bravura.
Ayer bajé tan deprisa las escaleras de mi casa que, cuando quise reparar, había perdido ya de vista a mi sombra. Y no pensé necesitarla más, a pesar de que su sexapil siempre me ayudó en momentos de bravura.
Además supuse que, como la cabra, acabaría sin sus huesos en los mismos garitos que yo, cometiendo mis mismos errores, entremezclándose con intereses ajenos y afectos cercanos.
Y así caminé con paso firme, like a nacha stone, hacia el encuentro de un pasado, con la idea de resucitar viejas leyendas urbanas, con la idea de escuchar las mismas canciones de siempre, con la idea de ganarlo todo sin jugarme nada.
Y mientras intentaba recordar en voz alta las baldosas que pisé al andar, recuperé la fe en la felicidad del momento, ésa que no consiste en perseguir tus sueños, sino en encontrártelos.
Lo bueno de caminar sin tu sombra es que puedes tomar las mismas decisiones inconscientes de siempre, pero sin ser fiel a tus principios.
Incluso si te encuentras con algún desconocido del presente, ni siquiera su mala sombra podría cambiar nada de tu autobiografía.
Porque mirar atrás es como imaginarse un futuro espléndido que ya has vivido. Es como una dulce paramnesia, como si la verdad hubiera triunfado antes de revivirla. Es como volver de la guerra en plan triunfador, como asistir a tu propio entierro feliz por saberte querido, por haberte mantenido firme hasta el final, por preferir siempre el nudo al desenlace, por no haber querido nunca parecerte a lo que no eras, por haber querido que el sol saliera siempre por el mismo lado.
Pisar tu pasado no es difícil. Está más cerca de lo que parece. Basta amamantarte con 4 o 5 copas al lado de tus colegas de siempre, ésos que conspiran a cada momento para mimarte, ésos que se alegran de tus éxitos pero que te saben ningunear cordialmente, ésos que tienen la facultad de señalar tus defectos cuando más lo necesitas.
Lo realmente peliagudo es asumir que el gatillazo del futuro, aquél que te hubiera gustado protagonizar de nuevo, ya no te corresponde a ti, sino a tu sombra, la misma que todavía puede juntarse con las peores compañías del lugar y que puede beber güisqui con cola aunque no tenga sed.
Por si no nos vemos, Feliz 2011. Y hasta poco.
3 comentarios:
GENIAL OTRA VEZ,EDU ROB.
SEGUIREMOS DISFRUTANDO CON TU SHAT-SOMBRA,SALGA EL SOL POR ANTEQUERRRRRRA.
FELIZ SHAT-AÑO!!!! QUE SE CUMPLAN TODOS TUS DESEOS Y QUE TENGAS SALUD PARA DISFRUTARLO.
JAVI-SHATTO.
Feliz año nuevo, Salvatore.
Ypara el resto de los Shattos y ex miticos del mundo.
Un sol y sombra para tod@s.
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