Es la hora de mandar a la cama a los menores de edad y a los duros de pelar. Llega el momento de meterse la tristeza en el bolsillo y de poner la careta de cartón, porque hoy festejamos que otro de los grandes dobla hoy su vida en muchas partes.
La afortunada es otra de las personas que, aunque no aparezcan, pertenecen a mi libro de familia. Y yo no me canso de recoger los cabos sueltos de interminables historias sin acabar, para hacérselas invisibles a todos, en especial a los que han formado parte de mi vida.
La afortunada es otra de las personas que, aunque no aparezcan, pertenecen a mi libro de familia. Y yo no me canso de recoger los cabos sueltos de interminables historias sin acabar, para hacérselas invisibles a todos, en especial a los que han formado parte de mi vida.
Y es que dentro de una gran familia numerosa, como es la suya, imagino que quede poco tiempo para uno mismo, y de ahí el atasco en la apertura siciliana de la 'novela de ajedrez'. Por eso reclamo un minuto de gloria para mimar una amistad sin punto final.
Y como su cumple cae casi siempre el día siguiente al mío, me ha tocado cantarle las cuarenta justo un día después de dejar formalmente la crisis de mis cuarenta. Pero no me preguntes cómo la superé. Hoy no sería capaz de mentir.
Lo que sí es cierto es que yo podría haber elegido nacer antes. O en verano. Podría haber elegido otro año u otro lugar. Pero pocas veces imaginé que un día un amigo fuera tan real como el pasado que nos une.
Por si no le conoces, me permitiré realizar mi particular recorrido por su autobiografía no autorizada.
El Carri que yo conozco es una persona estricta con lo estricto, pero que sabe abrazar las causas perdidas, y por eso se traga cualquier excusa por mala que sea, aunque sepa de veras que es una mentira a voces.
La música no le suena de nada; lo suyo son las ciencias más que las letras, aunque yo recuerdo su vida llena de enormes letras pequeñas. Y no encuentra los grandes placeres de su vida en la novedad, sino en la costumbre.
Le importan mucho las normas, sobre todo si no le favorecen, pero disfruta del calambur y la digresión casi tanto como del tercer plato del potaje de cuchara, aunque se escriba con gué.
Es de los que tienen prevista toda su existencia hasta la vejez y, aunque no le gusta pensar demasiado en su sino, disfruta a diario separando el si del no.
Nosotros solemos dogmatizar a la ligera sobre asuntos serios que ahora no recuerdo, y casi nunca suelo convencerle de que lo negro es blanco, porque es firme en sus convicciones, pero también sabe cuándo echar abajo sus principios para reconciliarse con el género humano.
Es de los que tienen prevista toda su existencia hasta la vejez y, aunque no le gusta pensar demasiado en su sino, disfruta a diario separando el si del no.
Nosotros solemos dogmatizar a la ligera sobre asuntos serios que ahora no recuerdo, y casi nunca suelo convencerle de que lo negro es blanco, porque es firme en sus convicciones, pero también sabe cuándo echar abajo sus principios para reconciliarse con el género humano.
Juega con las palabras con perífrasis y bromas que desarman al más bromista; por eso del verbo echar, lo segundo que echa es la hache. Pero no tengas cuidado, con su ironía te engaña, pero nunca te miente.
En ocasiones le gusta mezclar la cola zero con unas gotas de güisqui, pero sólo para intentar no distinguir el bien del mal. Y si es noche de concierto, aunque no sean los Hombres G, nunca te deja con una entrada de más cuando tu ex pareja te hace de menos.
Si cunde la debilidad y crees que la tristeza te espera, Carri sabe cómo levantarte el ánimo convirtiendo la esperanza en hábito.
Si le preguntas dónde, te remitirá a sitios que ya conoces. Si le preguntas cuándo, ya estará a tu lado. Si le preguntas cómo, convertirá lo imposible en difícil. Si le preguntas cuánto, te responderá que infinito y uno. Y si le preguntas por qué, es que no habrás entendido nada y deberás volver a leer este texto desde el principio.
Muchas felicidades, Carri, y aprovecho para agradecerte con la mirada tu saber ser y tu querer estar. Si no me quito el sombrero ante ti es sólo porque no uso. ¡Ah!, y no te olvides de decirle a todo el mundo que nuestra amistad es un gran secreto.
5 comentarios:
Me uno a la felicitación, ¿cuando una calle para Carrillo en Jaen?
Que injusta es a veces la vida.
Pablo.
Resulta difícil enlazar unas cuantas palabras cuando un amigo, un verdadero amigo, te recuerda un día más que tienes el privilegio de contar con su amistad. Y he elegido bien el verbo –recordar-, aunque podría haberlo cambiado perfectamente por “demostrar”, porque soy de los que tienen el privilegio de coincidir a diario con él en tierras madrileñas. Y eso que Salva, al igual que yo, no pertenece a estos lares; él es de la tierruca, de su Santander querido y de su gente, gente a la que los que no somos de allí hemos aprendido a apreciar y querer.
De todas formas, seguro que todos los que leéis estas líneas también “tenéis que sufrir” sus emails cargados de sarcasmo, ironías, dobles sentidos, contenido jeroglífico y una gracia sin igual, o bien sus llamadas telefónicas–estas últimas en ocasiones a altas horas de la madrugada-, sus SMS o similares. Y eso por no hablar de sus innumerables porras futbolísticas (algún día me gustaría añadir los adjetivos “exitosas” y “enriquecedoras” porras futbolísticas, pero hoy tampoco voy a apostar por ello).
Y seguro que en otras ocasiones, como hoy ha hecho conmigo, os ha regalado en secreto alguna que otra muestra de amistad.
Gracias por tu regalo de cumpleaños. No estoy ni deprimido ni en crisis, eso lo dejaré para cuando se me pase este nudo que tengo en la garganta después de cantarme las cuarenta. Pensándolo mejor: ¡qué coño! La vida tiene muchos momentos felices de los que disfrutar y los malos,… los malos los encajamos y seguimos hacia delante.
Hace un año y un día, Salva dobló su vida; hoy fue la mía la que hizo lo propio. Espero que dentro de treinta y nueve años menos un día, cuando hayamos superado sobradamente la “crisis de los cuarenta” y si la demencia senil me lo permite y el parkinson me deja controlar el teclado del ordenador, yo pueda entrar en este blog y volver a decirle a mi amigo, justamente eso: AMIGO.
Carri
Mi más sincera felicitación y fuerte abrazo desde Cascarria.
Estás hecho (con hache) un chaval.
Yo también me quito el sombrero, pero ante tí. Estoy sin palabras. ¡Cómo para intentar decir algo!
Has convertido tus entradas al blog en regalos que hacen los días diferentes.
No conozco al homenajeado, pero después de leer algo tan bonito, y también su respuesta, una siente envidia.
Besos.
Las palabras pueden ser balas o mariposas; éstas tienen alas de muchos colores.
Ariel
Publicar un comentario