Hoy 30 de junio de 2009 pasa a la cuarentena uno de los grandes, quizá el último gran referente para las generaciones más jóvenes. Yo tengo la suerte de conocerle desde que teníamos casi veinte, hace hoy más de veinte, y no es que nos toque vivir ya del pasado, pero es que ese pasado viaja ya con nosotros para siempre. Y sí, la vida son muchas más cosas que los recuerdos, pero qué grandes son los que yo tengo con él.
Los pasados han sido sólo los cuarenta principales, como los éxitos de las radio fórmulas. Los futuros nos obligan a ser más sosegados, no tan comerciales, pero igual de colosales.
Los puristas de la vida consideran que a los cuarenta uno debe ser ya maduro, y que a partir de ese momento la vida es señoreada. Mala cosa. Si necesitas un pequeño empujón para volver a ser un rato inmaduro o inmaduro un rato, no dudes que te espero donde siempre.
Mientras siga sonando música ochentera seguiremos tarareándola, seguiremos llorando de risa, seguiremos compartiendo los vicios que nos permita el DNI, y nunca le haré ascos a la siguiente arrancada en el último bar, si es con un cutty cola, mejor.
La cifra de cuarenta es redonda por los cuatro costados, pero cuando la voz en off del cercanías retransmite que llega el momento, el dichoso número ronda la cabeza a cada rato. Se trata sólo de estrenar una nueva década, aunque se trata nada menos que de estrenar otra década. Algunos otros grandes se nos fueron ya, y para recordárnoslo nos quedan algunos otros grandes que no nos quieren cambiar, como El Toy, que nunca da gato por liebre.
Amigos como él os deseo.
Felicidades, zorreras, que cumplas muchos más y ojalá nunca te crezcan los enanos.