domingo, 30 de septiembre de 2012

Raros e infelices

221. Los hay raros, porque pueden vivir mil vidas, pero eligen la suya. Los hay infelices, porque pueden vivir su vida, pero eligen la de otros.

222. Los hay raros, porque cuando alguien pregunta 'quién anda ahí', se lo preguntan a ellos mismos. Los hay infelices, porque cuando alguien responde ‘soy yo’, se preguntan quién soy yo.

223. Los hay raros, porque viven de invierno en invierno por miedo al calor. Los hay infelices, porque viven de verano en verano por miedo al frío.

224. Los hay raros, porque creen que el mundo se ha vuelto un lugar inhóspito para pensar. Los hay infelices, porque creen que el mundo se ha vuelto un lugar perfecto para no tener que pensar.

225. Los hay raros, porque aman la tradición al estilo inglés. Los hay infelices, porque aborrecen la tradición al estilo español.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Raros e infelices

216.       Los hay raros, porque nunca han perdido la razón. Los hay infelices, porque nunca han encontrado una razón.

217.       Los hay raros, porque todo lo que tienen que decir es que no tienen nada que decir. Los hay infelices, porque todo lo que tienen que decir ya lo han dicho.

218.       Los hay raros, porque les atraen los brillantes suicidios de las estrellas de Hollywood. Los hay infelices, porque les atraen los frustrados suicidios de las clases bajas.

219.       Los hay raros, porque reciben homenajes póstumos en vida. Los hay infelices, porque reciben homenajes póstumos.

220.       Los hay raros, porque el calor del hogar les deja fríos. Los hay infelices, porque el frío de la calle les pone calientes.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Raros e infelices

211.       Los hay raros, porque fuman compulsivamente. Los hay infelices, porque prohíben fumar compulsivamente.

212.       Los hay raros, porque no duermen y se pasan la vida soñando. Los hay infelices, porque no sueñan y se pasan la vida durmiendo.

213.       Los hay raros, porque se creen diferentes, pero son raros. Los hay infelices, porque se creen mártires, pero son infelices.

214.       Los hay raros, porque son felices en los momentos más raros. Los hay infelices, porque son infelices en los momentos más normales.

215.       Los hay raros, porque creen que la salvación está cerca del infierno. Los hay infelices, porque creen que la salvación está cerca del cielo.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Raros e infelices

206.       Los hay raros, porque creen que hay más vivos que muertos. Los hay infelices, porque saben que hay más muertos que vivos.

207.       Los hay raros, porque les resulta agotador arreglar la realidad. Los hay infelices, porque les resulta fácil destrozar la realidad.

208.       Los hay raros, porque tienen nostalgia del futuro. Los hay infelices, porque no tienen nostalgia del pasado.

209.       Los hay raros, porque creen que la risa se ha inventado para compartirla. Los hay infelices, porque creen que el llanto se ha inventado para disfrutarlo a solas.

210.       Los hay raros, porque recuerdan décimas de segundo durante años. Los hay infelices, porque se olvidan de años en décimas de segundos.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Raros e infelices

201.       Los hay raros, porque se quitan el suelo de los pies. Los hay infelices, porque se quitan el cielo de la cabeza.

202.       Los hay raros, porque no mueren después de muertos. Los hay infelices, porque no viven en vida.

203.       Los hay raros, porque van al médico cuando se encuentran bien. Los hay infelices, porque van al médico cuando no se encuentran bien.

204.       Los hay raros, porque llevan una vida aparentemente real. Los hay infelices, porque llevan una vida realmente aparente.

205.       Los hay raros, porque les gustan las cenas al empezar la tarde. Los hay infelices, porque les gustan las cenas que se parecen a la última cena.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Raros e infelices

196. Los hay raros, porque saben que como ellos hay pocos. Los hay infelices, porque no saben que como ellos hay muchos.

197.  Los hay raros, porque no saben quién hizo el mundo. Los hay infelices, porque no saben quién nos puso en el mundo.

198.  Los hay raros, porque ven espejismos. Los hay infelices, porque ya no ven espejismos.

199. Los hay raros, porque creen que los matrimonios se hacen en los cielos. Los hay infelices, porque creen que los matrimonios se destruyen en los infiernos.

200. Los hay raros, porque se creen lo que las bocas dicen. Los hay infelices, porque se creen lo que los ojos desmienten.

martes, 18 de septiembre de 2012

Raros e infelices

191.       Los hay raros, porque disfrutan con las noches reversibles. Los hay infelices, porque disfrutan con los días irreversibles.

192.       Los hay raros, porque dicen que es de cajón que algo tiene que haber. Los hay infelices, porque están hasta los cojones de que no haya nada.

193.       Los hay raros, porque si les preguntan responden con otra pregunta. Los hay infelices, porque si les responden contestan con otra respuesta.

194.       Los hay raros, porque tienen vicios hasta después de muertos. Los hay infelices, porque no han tenido un vicio en su vida.

195.       Los hay raros, porque quieren que otros les pinten su autorretrato. Los hay infelices, porque quieren que otros escriban su autobiografía.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Raros e infelices

186.       Los hay raros, porque gruñen de amor a su pareja. Los hay infelices, porque acarician con desprecio a su pareja.

187.       Los hay raros, porque la ceguera les impide distinguir las verdaderas palabras de amor. Los hay infelices, porque la sordera les permite escuchar las dudosas palabras de amor.

188.       Los hay raros, porque les gusta la paella sin arroz. Los hay infelices, porque les gustan los relojes sin agujas.

189.       Los hay raros, porque pierden lo que tienen por querer demasiado lo que no tienen. Los hay infelices, porque pierden lo que tienen por estar cansados de estar cansados

190.       Los hay raros, porque quieren respuestas nuevas. Los hay infelices, porque no quieren preguntas viejas.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Adiós a un titán

Me entero por la radio del fallecimiento de Emilio Cañil, fundador de Discoplay, posiblemente la empresa que más hizo por difundir la música durante el posfranquismo. Murió hace diez días pero no he visto obituarios en la prensa de papel. No debería sorprendernos: en vida, tampoco tuvo reconocimientos.

Supongo que son los inconvenientes de trabajar de mercader de melodías, como le denominó Ceesepe en un dibujo. ¿Le hubiéramos despedido mejor de haberse consagrado durante cuatro décadas a comercializar cine o literatura? En realidad, aparte de discos, Discoplay vendió libros, películas, carteles y mil objetos más. Cierto que, en España, sólo hay un personaje más sospechoso que el empresario triunfador: el empresario que fracasa. Y Cañil fracasó gloriosamente. Con la implantación de las grandes superficies, intentó transformar su imperio de venta por correspondencia en una red de tiendas; incluso pretendió reciclar un cine madrileño en desangelada megatienda. Protagonizó aventuras tan quijotescas como abrir una sucursal en Moscú. Sentimentalmente zurdo, Cañil realizó alucinantes trueques con la Rusia de Yeltsin: Discoplay terminó ofreciendo violines y otros instrumentos salidos de factorías ex soviéticas.

Largo camino desde sus inicios en El Rastro. En la prehistoria de la movida está la tienda en Los Sótanos de la Gran Vía. Veníamos de una etapa de escasez -de música, de información, de contactos- y aquél era un punto de encuentro que presidía un Emilio jovial. Un recuerdo personal: él me presentó a Jesús Ordovás, ya entonces una leyenda en el underground hispano por sus temporadas en San Francisco y Ámsterdam. 
La gran creación de Cañil fue su boletín. El BID era maná para masas de melómanos que no tenían acceso a una tienda de discos (o que preferían los precios de Discoplay). El mero hecho de figurar en aquel catálogo creaba una demanda para músicas marginales: a pesar de su fealdad funcional, ejercía de medio prescriptor. Llegó a tener tiradas superiores al millón de ejemplares; su poder era extraordinario.

Otros se hubieran conformado con consolidar su negocio. Emilio se metió en mil fregados como divulgador cultural. Vendió entradas de conciertos, cuando ningún gran almacén o entidad bancaria aceptaba asociarse con el rock o los cantautores. Coeditó una extraordinaria colección de discos procedentes del archivo de Folkways e incluso publicó textos del ajedrecista Gari Kaspárov o una biografía de Brian Epstein. Apoyó a las independientes del pop y cualquier aventura atípica. Su respaldo hizo posible Linterna Música, el sello que se atrevió a grabar a Carles Santos, Orquesta de las Nubes, Clónicos y otras propuestas aún hoy inclasificables. Emilio era capaz de emocionarse con unas grabaciones de campanas de monasterios ortodoxos... y lanzarlas.

No se hacía ilusiones sobre el paladar estético de los consumidores españoles. Todo lo contrario: "en Discoplay sabemos cuántos guardias civiles siguen a AC/DC, cuántos seminaristas compran Alice Cooper y cuántos gallegos consumen sevillanas. Todo correcto pero incluso nosotros no podemos cuantificar la enormidad de horteras que hay en España".

Sobre su carisma, no caben dudas. Cuando la primera de sucesivas crisis le asfixió, supo agrupar a los acreedores alrededor suyo. Se tiende a relatar su declive como un enfrentamiento con las multinacionales, pero tenía allí verdaderos admiradores. La mayoría de sus empleados le fue fiel hasta el final, aunque le dolió la escisión que desembocó en la cadena Tipo, orientada hacia el rock. Algunos de los que trabajaron a su lado insisten en que Discoplay pudo ser la Amazon española; él nunca aceptó esa equiparación. Reconocen que no le gustaba delegar, que no aceptaba consejos, que carecía de paciencia para la contabilidad y los impuestos, que tenía temperamento de jugador.

Quizás perteneciera a esa estirpe que conocemos bien: los empresarios visionarios, capaces de materializar las ideas más audaces pero que se aburren con el día a día de la gestión. Muchos misterios en la trayectoria de Emilio Cañil: quién sabe cuál fue su particular Rosebud.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Raros e infelices

181.       Los hay raros, porque creen que el destino es un adonis. Los hay infelices, porque creen que el destino es un esperpento.

182.       Los hay raros, porque tienen poco sentido del humor. Los hay infelices, porque tienen mucho sentido del tumor.

183.       Los hay raros, porque dicen que están aquí de paso. Los hay infelices, porque dicen que son de algún lugar.

184.       Los hay raros, porque en el amor respetan todos sus límites. Los hay infelices, porque en el odio no respetan ningún límite.

185.       Los hay raros, porque buscan señoritas que conviertan en castillos sus sueños. Los hay infelices, porque buscan señoritas que conviertan en real su fortuna.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Raros e infelices

176.       Los hay raros, porque creen que el tiempo los unió. Los hay infelices, porque creen que el espacio los separó.

177.       Los hay raros, porque creen posible mantener relaciones imposibles. Los hay infelices, porque creen imposible mantener relaciones.

178.       Los hay raros, porque tienen diferencias con los demás. Los hay infelices, porque tienen diferencias consigo mismos.

179.       Los hay raros, porque apostaron a caballo perdedor y ganaron. Los hay infelices, porque apostaron a caballo ganador y perdieron.

180.       Los hay raros, porque sus colegas son como hermanos. Los hay infelices, porque sus hermanos no son como sus colegas.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Raros e infelices

171.       Los hay raros, porque perdieron su vergüenza con algo para bailar. Los hay infelices, porque encontraron su vergüenza con algo para cantar.

172.       Los hay raros, porque un día se fueron. Los hay infelices, porque siempre se están yendo.

173.       Los hay raros, porque prefieren la ciencia a la naturaleza. Los hay infelices, porque prefieren el amor a la pedagogía.

174.       Los hay raros, porque soplan velas por los presentes. Los hay infelices, porque soplan velas por los ausentes.

175.       Los hay raros, porque les pesan más los años que los kilos. Los hay infelices, porque les pesan más las culpas que los años.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Raros e infelices

166.       Los hay raros, porque disfrutan con la tristeza de Quique. Los hay infelices, porque se entristecen sin la tristeza del Vega.

167.       Los hay raros, porque cierran los ojos para poder ver la verdad. Los hay infelices, porque no abren los ojos para poder ver la mentira.

168.       Los hay raros, porque a menudo me recuerdan a mí. Los hay infelices, porque a menudo me recuerdan a alguien.

169.       Los hay raros, porque tardaron mucho tiempo en encontrarse. Los hay infelices, porque tardaron poco tiempo en olvidarse.

170.       Los hay raros, porque confiesan haber vivido. Los hay infelices, porque no confiesan no haber vivido.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Dobleces

Esta canción no la pongo entre mis cardinales. No tiene tantos encantos para mí. En realidad solo tiene uno, que es la voz que abre la canción. Y que ya no la cierra.

No es que sea una voz perfecta. Quizá sean sus imperfecciones las que le otorgan la singularidad que tanto me gusta.

Y yo, aunque estuviera en el otro lado del mundo, aunque estuviera presente como si estuviera ausente, aunque estuviera sumergido entre una multitud de notas falsas, sería capaz de identificarla.

A ver si te pasa lo mismo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Raros e infelices

161.       Los hay raros, porque saben que su padre disfruta con la naturaleza de la vecina del quinto. Los hay infelices, porque saben que su madre disfruta con el divorcio del vecino del quinto.

162.       Los hay raros, porque esconden el eco de su propio dolor. Los hay infelices, porque muestran el eco del dolor ajeno.

163.       Los hay raros, porque su media naranja esta partida por la mitad. Los hay infelices, porque su mejor mitad no encuentra su media naranja.

164.       Los hay raros, porque no besan labios en las despedidas. Los hay infelices, porque besan labios en las bienvenidas.

165.       Los hay raros, porque sus amantes siempre les susurran un vuelva usted mañana. Los hay infelices, porque sus amantes siempre les susurran un sálvese quien pueda.

martes, 4 de septiembre de 2012

Raros e infelices

156.       Los hay raros, porque escuchan canciones que resucitan a los muertos. Los hay infelices, porque no escuchan canciones que resucitan a los vivos.

157.       Los hay raros, porque estrenan cicatrices para cada ocasión. Los hay infelices, porque estrenan ocasiones para cada cicatriz.

158.       Los hay raros, porque la música les devuelve a la vida. Los hay infelices, porque la vida les devuelve a la música.

159.       Los hay raros, porque separan su cabeza del corazón. Los hay infelices, porque juntan lo mío con lo tuyo.

160.       Los hay raros, porque tienen los ojos llenos de odios cercanos. Los hay infelices, porque tienen los ojos vacios de amores lejanos.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Raros e infelices

151.       Los hay raros, porque buscan el perdón, pero no tienen consuelo. Los hay infelices, porque buscan el consuelo, pero no tienen perdón.

152.       Los hay raros, porque buscan su media naranja. Los hay infelices, porque encuentran su medio limón.

153.       Los hay raros, porque intentan inmortalizar a los muertos. Los hay infelices, porque  intentan inmortalizar a los vivos.

154.       Los hay raros, porque asumen el riesgo de vivir. Los hay infelices, porque no asumen la certeza de morir.

155.       Los hay raros, porque escriben como viven. Los hay infelices, porque viven como escriben.