viernes, 30 de diciembre de 2011

Fiesta La Venencia

El otro día, al comenzar la fiesta, el Shatto me decía que tenemos mucha suerte de tener unos amigos como la nómina aquí presente, y por echar tanto de menos a otros míticos que no pudieron estar. Yo creo que la suerte es una actitud.

También creo que no hemos hecho nada extraordinario para conseguirlo. En realidad a muchos les parecerá un error lo que a nosotros nos parece tan perfecto. Porque, si disfrutamos tanto juntos, es porque hay momentos en los que el sujeto concuerda con el verbo, salvo las maravillosas ocasiones en que no concuerda.

Porque 'el grupo de moda' forma un todo que no puede descomponerse en partes. Porque existe una cualidad visible que se oculta a los ojos ajenos. Porque juntos las penas nos duran solo el tiempo necesario para llorar, el tiempo suficiente para mezclar el whisky con abrazos y agua bendita.

Habrá que repetir pronto. Lo único que eché de menos el viernes es que bajara el vecino de arriba a cagarse en nuestras muelas. O que viniera alguien a altas horas de la madrugada, disfrazado de segurata venido a más, a decirnos en tono educado algo así como, ‘Caballeros, estamos cerrando, tienen que abandonar el local’.

Un braso, Rado.












































lunes, 19 de diciembre de 2011

Sin asunto

Hay días que el cielo nos remite a sus muertos. Como hoy, por ejemplo, que al salir del banco me crucé con mi abuela Joaquina. Se acercó para preguntarme si quería el pan del bocadillo tostado. Le dije que sí. Y hace unos días mi abuelo Salvador me mandó a por tabaco, unos ducados, aunque yo en realidad sabía que los cigarrillos eran para mi abuelo Paco. Y la semana pasada estuve con Barri, conversando entre risas sobre algo que ya no recuerdo. Era en la plaza del ayuntamiento de Santander, de noche, serían casi las diez de la mañana.

Ni que decir tiene que los tres vinieron de incógnito, disfrazados de abuela abadesa, operario artesano y poeta ambulante. A pesar de sus fachas, yo los reconocí en seguida. ¿Que para qué vinieron? Supongo que para hacerme recordar. O supongo que para que cada día no parezca un plagio del anterior.

domingo, 18 de diciembre de 2011

...y ahora 'del mundo'

Campeones de España. Campeones de Europa. Y ahora, campeones del mundo. Y todo eso en 2011. Como en 2009. Y los culés a vivir del cuento. Mejor dicho, a vivir del anticuento, porque este es de verdad.

Y Messi a seguir coleccionando premios. Y adjetivos. Y balones. Porque el balón ya no es de oro. Es de Messi.

Hoy enfrente estaba el joven aspirante Neymar que, como todos los jóvenes, quiere llevarse la vida por delante. Pero para eso se necesita tiempo. Y talento.


Mis cardinales (12)

No sé quién lo dijo, pero no puedo estar más de acuerdo: Una canción es una buena letra, una buena música, un buen intérprete, un buen sonido, y algo más que nadie sabe lo que es, pero que es lo único que importa.

Así son los ‘relojes en la oscuridad’, y no me meto a explicar qué significa para mí, porque las canciones no se deben explicar. O no se deberían explicar. O no se deberían tener que explicar.

Nacha Pop. 'Dibujos animados'. 1985.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Los 40 cañones de Navalone

Creer que una cuarentena se celebra solo cuando cumples los cuarenta es tan estúpido como creer que dos y dos suman cuatro. Como aferrarse al calendario para no querer pasar página. Como intentar huir de todo empezando por uno mismo.

Porque las páginas de una historia personal, si también es ajena, se escriben cuando a uno le da la gana. Que para eso es tuya. A veces.

Por eso hoy lanzo una salva de honores por Navalón, y lo hago recomponiendo algunos pedazos de su vida con una sonora traca de más de 40 de cañones por banda, y sin viento en 'pompa' a toda vela.

¿Que por qué lo hago? Pues porque Navalón es uno de esos míticos por cuyas venas corre sangre del mismo paraíso que el mío, ese lugar donde nos es familiar lo que se esconde en cada escondite, ese lugar donde mejor sabemos resistir lo irresistible.

Y porque es de los amigos cuya biografía no autorizada se sigue escribiendo a la vez que la mía, utilizando para ello el presente continuo y el pasado perfecto. Porque estoy seguro que nada le parece ni la mitad de perfecto que nuestra amistad.

Y ya que no me lo preguntas te diré que su piedra filosofal es un mandamiento, simple, pero universalmente conocido, ese que dice que 'lo que te da dios, dios te lo quita'.

Por eso su vida no da vueltas sobre sí mismo. Por eso no malgasta el tiempo en llamar al coco, ni se ocupa de predecir el futuro. Por eso tampoco conoce el camino que lleva a la inopia.

Y por eso solo aspira a parecerse de mayor a él mismo, a ese tipo que vive austeramente ocupado en la perfección de sus quehaceres cotidianos, lejos de los márgenes del mundo y las escaleras de caracol, de espaldas a las intrigas palaciegas y a los rumores de las camisas de vestir.

Y por eso su legión de grandes amigos se cuenta con los dedos de las manos, amigos con los que gusta sentirse acorralado y por los que siente el respeto que solo se siente por un ideal.

Te diré también que es de esas personas a las que podrías confesar un horrible y premeditado crimen sin miedo a que te delatara. Incluso se dejaría envenenar con un mortal arsénico solo a cambio de sentirse agasajado después con un milagroso antídoto con forma de fraternal abrazo.

Al Navalón que yo conozco no le gusta discutir; de hecho casi nunca lo hace, porque se necesitan al menos dos personas para sentirse incómodo. Tampoco tiene enemigos conocidos, ni siquiera cuando ejerce con mano izquierda y guante de seda su práctico presente sindical. Y nunca zancadillea a nadie; seguramente por miedo a hacerse daño a sí mismo al salir corriendo del lugar del crimen.

Chavalón se angustia con tus angustias, y siempre encuentra un motivo para acordarse de ti, para alegrarse de tus gustos, para disfrutar de los problemas de la gente sin problemas, y para decir 'no' cuando piensa que no le necesitas.

Le gusta cumplir las normas, aunque le favorezcan injustamente. Por eso, en medio del desorden, se sabe rodear de su particular orden, de su eje de abscisas de los Hermanos Peredo, y de su eje de ordenadas del Embalse de Valmayor.

Y si alguna vez se lo preguntas, te contestará que le gustaría morir donde nació, aunque con su estilo irónico y mordaz también bendecirá el fruto de los Cienpozuelos que le dan de comer.

Cuando a veces recorre su vida, lo hace enfundado en unas viejas zapatillas, pero siempre con los pies en el subsuelo; por eso nunca se habla con fantasmas, salvo que sean del pasado. O salvo que vuelvan solo para recitarle fugazmente aquella mítica alineación del Bayern del 74.

Su cabeza está siempre llena de normalidad, y su corazón rebosa vivencias comunes, aquellas vividas cuando lo mío era igual que lo suyo, cuando era un pluriempleado mal peinado, cuando todos jugábamos a ser ‘ninios’ malos, cuando nos reíamos a diario de los gatillazos y de los polvos sin resolver, cuando el futbiolo con cola nos hacía perdernos la mejor mitad de la noche, y cuando, aunque tuviéramos ya más de cien años, todavía no sabíamos que no sabíamos nada. Como ahora.

Muchas felicidades, zorro. Y que cumplas muchos más, por lo menos otros tantos como yo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sencillez suicida

Pirata, truhan, tahúr, polizón. Chulo y descarado. Pero aquí desamparado. Un retrato de una sencillez que desarma. Cantante y descantante. Único. Joaquín Sabina.


Juan José Millás

A veces, para hacer un buen retrato psicológico basta con hacer un buen retrato físico. Fíjense en éste, por ejemplo. Lo más probable es que el fotógrafo no pidiera al fotografiado que se estirara el cuello del polo, se abrochara el segundo botón o se pusiera una chaqueta. Tampoco que sonriera, que bajara la barbilla o que levantara una ceja. Quizá se limitó a decir: Ponte ahí y mira a cámara. Y el otro, pese a sus tablas, o quizá por ellas, se entregó al juego completamente indefenso. Si le hubieran vendado los ojos, parecería un fusilado. Nada de retórica, en fin, como si nos dijera: Yo soy esta mirada un poco desvalida, soy esas cejas insuficientemente recortadas, soy estas manchas de mi piel y estas canas de mis pelos del pecho y de los otros, soy las arrugas que veis en el degolladero, aquí estoy, amigos, a un cuarto de hora de la vejez, con lo que he sido.

El resultado de esa complicidad, o descomplicidad, entre el que se encontraba detrás y el que se encontraba delante de la máquina es una foto pía e impía al mismo tiempo, vale decir una foto piadosa y cruel, pero también beata y atea. Hay lo que hay, incluidas las diferencias de opinión entre el ojo derecho y el izquierdo, hay desamparo y arrogancia, y nostalgia y un poco de chulería, todo ello sacado adelante con una sencillez suicida. Aseguraba Sabina en la entrevista para la que se le hizo este retrato que se sentía póstumo, y eso es precisamente lo que se aprecia en el conjunto, como si el cantante o descantante actual fuera un hijo póstumo de sí mismo, una rareza.

Madrid-Barça