Acabo de leer dos emilios que inmediatamente he guardado en la carpeta de H. Me los mandaron ayer dos de los grandes. Una es una S que empieza por R, y el otro es un S que empieza por G.
A ellos dos, y a mí, no nos unió la música de Enrique Urquijo, aunque quizá su música haga que no nos separemos nunca, porque su recuerdo compartido quizá nos sirva para llenar el hueco que debieran ocupar sus nuevas canciones.
Ayer se cumplieron once años de la muerte de Enrique, pero lo malo de la muerte es que nunca pasa de moda.
Lo bueno, y a la vez lo malo, es que no hay situaciones a las que el hombre no pueda habituarse, sobre todo si ve que todos los que le rodean sobreviven del mismo modo.
A Enrique la vida se le hizo intolerable, y a nosotros nos parece intolerable que se fuera para no volver.
Esta tremenda canción va dedicada, en D+1, a R y a G. No digas que no es bonita.
‘Por todo el camino, de mi barrio a tu barrio. Cómo convencerte, venía pensando. Nunca se recibe sin dar nada a cambio. Yo daría mi vida por dormir en tus brazos. No digas que no, no soy un extraño. No puedo volver y estoy tan cansado. No soy el mejor eso está muy claro. No digas que no, estoy en tus manos.’