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domingo, 27 de febrero de 2011

Quiero beber hasta perder el control

El elepé ‘Algo Más’ de Los Secretos, publicado en 1983, no es su mejor obra. O sí. Según se mire. Porque sin el éxito que obtuvo en su día quizá no hubiera habido más secretos inconfesables.

En esos años en mí todavía no había brotado la vergüenza, así que lo que escribo lo hago de leídas.

Y es que los comienzos de la década de los ochenta fueron una época complicada para los Urquijo y para el resto de la banda. Por muchos motivos; cifras de ventas por debajo de las expectativas, vidas truncadas en accidentes de tráfico, y relaciones amorosas sin final feliz.

Vamos, el coctel ideal para engancharse a todo, para dejarse llevar y, sobre todo, para componer canciones al más puro estilo Secretos.

Con este panorama tan incierto y negativo es lógico que sobrevolaran nubarrones sobre la continuidad del grupo. Aunque, si me preguntan, diré que yo es cuando más disfruto. Porque las historias de señoritos que triunfan en un mundo de señoritos no me interesan nada. A mí me gustan las historias en las que la gente se hace un hueco en el mundo. Y no me refiero a los arribistas, claro está. Pero volvamos al disco.

Cuentan que para tomar impulso y para poner a prueba su vocación musical, Enrique se fue unos días a Benidorm a componer. Ya sé que no suena tan delicioso como irse a Nashville, pero es que la verdadera historia de la música no se escribe nunca con trazo fino.

Y de aquellas sesiones salió uno de sus temas más célebres, ‘Quiero beber hasta perder el control’, publicado en ‘El primer cruce’ en 1986, en el que Enrique describe con amargura los días y las noches con su primer gran desamor.

El secreto del éxito del tema, tantas veces versionado, quizá sea la esencia que transmite, un compendio de verdades y mentiras que tanto se parecen a la vida. Todo un paseo por la intimidad de Enrique.

Esta canción fue la gran causante de que las compañías musicales retomaran su interés por lo nuevo del grupo. Y una de mis favoritas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

No digas que no

Acabo de leer dos emilios que inmediatamente he guardado en la carpeta de H. Me los mandaron ayer dos de los grandes. Una es una S que empieza por R, y el otro es un S que empieza por G.

A ellos dos, y a mí, no nos unió la música de Enrique Urquijo, aunque quizá su música haga que no nos separemos nunca, porque su recuerdo compartido quizá nos sirva para llenar el hueco que debieran ocupar sus nuevas canciones.

Ayer se cumplieron once años de la muerte de Enrique, pero lo malo de la muerte es que nunca pasa de moda.

Lo bueno, y a la vez lo malo, es que no hay situaciones a las que el hombre no pueda habituarse, sobre todo si ve que todos los que le rodean sobreviven del mismo modo.

A Enrique la vida se le hizo intolerable, y a nosotros nos parece intolerable que se fuera para no volver.

Esta tremenda canción va dedicada, en D+1, a R y a G. No digas que no es bonita.

‘Por todo el camino, de mi barrio a tu barrio. Cómo convencerte, venía pensando. Nunca se recibe sin dar nada a cambio. Yo daría mi vida por dormir en tus brazos. No digas que no, no soy un extraño. No puedo volver y estoy tan cansado. No soy el mejor eso está muy claro. No digas que no, estoy en tus manos.’