Hace
tiempo que no tengo mucho tiempo para escribir, ni para no tener ganas de
escribir. También hace tiempo que no cambio de empleo, ni de pasado mañana. Por
eso sigo con mi pasaporte en regla, aunque en la foto sale un tipo que no se
parece mucho a mí. Debe ser porque uno arrastra unas saludables inercias, que
son puramente profesionales, y nada más.
Pero en mi cara sigue destacando la irónica
mueca torcida de siempre, aunque ahora cumple funciones de risa y de risa
miedosa. Porque yo tampoco creo, como decía Umbral, que la cara sea el espejo del
alma. El alma, si acaso, tiene que ser algo más íntimo, más elaborado.
Por eso
algunas tardes mando telegramas urgentes sin destinatario. Y otras mañanas me
dedico a hojear una naranja, como si fuera un libro abierto. Entonces me vienen
las ganas de exprimirme un zumo de güisqui de garrafón, y de abrumarme con
preguntas sin respuesta. Pero lo que más me apetecería ahora es buscar un
tugurio abierto a partir de la media noche.
Ahora me parece que terminar
este post es casi tan estimulante como empezarlo. Bueno, os dejo, me voy a una
fiesta donde no se festeja nada.
1 comentario:
Tugurio? Media noche? Haberme avisado, hombre!
Publicar un comentario