martes, 26 de julio de 2011

Los 40 de Silvi

Mucho antes que el caminante de Johnnie Walker sufriera los rigores de los creativos y cambiara el sentido de sus pasos, existía ya La Venencia. Corrían tiempos de platos rotos, de resacas diarias, de amaneceres tardíos; tiempos de mocedad y salves rocieras, tiempos de aceite Ybarra y olé, olé y olé; tiempos de fascinación por lo imposible, de generosidad siempre al alcance de la mano.

Poco tiempo después se constituyó el Aula, y, con la ayuda de los éxitos académicos cosechados, La Venencia se embarcó hacia su única vocación real, el arte, ése que les ha proyectado hacia la celebridad cotidiana, que representa por sí solo una manera especial de vivir, y que les convierte en un activo intangible de carne y hueso.

Durante este proceso de metamorfosis es cierto que su anagrama también se ha modificado, como el de Johnnie. Pero el cambio es sólo una especie de maquillaje literario, al estilo de la Belisa de Lope, porque su esencia también ha permanecido inmutable.

Y Borja, que conoce esta historia de primera mano, prefirió ponerse otra vez en manos del incondicional apoyo venenciero. Prefirió la novela romántica basada en el predominio de la imaginación. Prefirió conferir prioridad a los sentimientos. Prefirió buscar lo imposible con un lenguaje renovado. Prefirió dar ilusión a la realidad. Prefirió combinar el vino decantando con las emociones ensalzadas.

Y por eso, para celebrar de una manera sonada los primeros cuarenta años de Silvia, se olvidó de agarrarse a migas rotas y confió ciegamente en aquello que permanecía unido por una indestructible amistad.

Y así se fraguó la ‘cuarentena’ en la sede de la Virgen de la Paloma, paso a paso, con secretos gritados a los cuatro vientos, justo al mismo tiempo que los espejismos de unos se cruzaban con los de otros.

Y para conseguirlo se viró a babor desde Deluz hasta Catal. Y se mandaron mensajes sin destinatario. Y se decoró la sede social con flores perfumadas y con manteles de color. Y se izaron velas con jamón y queso. Y se cortó pan blanco. Y se oreó vino de reserva antes de ser catado. Y se bebió con pundonor. Y se contaron los amigos de dos en dos, inflamados en amor patrio.

Y se proyectaron felicitaciones e imágenes llegadas de allende los corazones. Y se monologó. Y nos dimos las emotivas gracias. Y la emoción se hizo visible. Y se rió con expresiva franqueza. Y se cantó el cumpleaños feliz. Y se enmarcó un bodegón. Y se firmó en el libro de familia de los amigos. Y se acabó con un brindis cuando ya casi salía el sol.

Así se tejió este especial aniversario feliz, con una encuesta de satisfacción, con una nota de sobresaliente para el comité organizador, con la patente de la felicidad rubricada, y con un regusto en el paladar como sólo lo saben degustar los amigos para los que el mundo sería distinto sin compartir momentos como éste.

2 comentarios:

LITROS dijo...

Enorme, Rob.
Felicidades a Silvi.
Ehorabuena al "Borin".
Que bién lo pasamos.

BORJAMON dijo...

Mil gracias a la dupla Arias. Con esa ilusión sólo puede haber un resultado: DISFRUTE TOTAL. Así fue. Que gran noche!!!!